Entrevistamos al Dr. Gonzalo Jiménez Alba, ginecólogo, quien durante 7 largos años, estuvo inmerso en una reclamación médica y un proceso judicial del que era totalmente inocente. Tras años de lucha, muchos disgustos y una espera eterna, salió indemne gracias a, según él, el asesoramiento especializado de su correduría de seguros y el asesoramiento jurídico continuo que recibió. El doctor remarcó el riesgo existente en la profesión al no existir “intervenciones sencillas”.
- ¿Cómo describiría las emociones y pensamientos que experimentó cuando se enteró de la reclamación o sufrió el incidente?
En primer lugar, tuve una gran sorpresa, sobre todo por la gran capacidad que llega a tener la gente no solamente de tergiversar cosas que le puedan venir bien, sino también guiándose por ideas o consejos que puedan estar recibiendo de parte de su defensa. Eso me sorprende, pero no solo por el caso que me ocurrió, también he sido testigo de otros casos con actitudes parecidas.
Esto se habla entre médicos y poco más o menos, lo conocemos todos. Actualmente el sistema sanitario en nuestro país está siendo acorralado por las necesidades de todo tipo que tiene la gente. Esto incluye sobre todo motivos económicos. Yo he llegado a ser abordado por un abogado en el intermedio de un Congreso, lo primero que me preguntó es si yo estaba contento “con todo lo del hospital” (obviamente me confundió con un usuario). Le respondí que sí y su respuesta fue que “seguro que había algo con lo que yo pudiera no estar conforme” seguidamente me facilitó la tarjeta de su bufete. Estaba claro que se había equivocado de persona, porque al identificarme con la tarjeta del Congreso, el hombre salió disparado.
- ¿En qué consistió la reclamación que usted recibió?
Desde mi punto de vista, la reclamación no tenía fundamento. Es cierto que las complicaciones que surgieron a partir de un determinado momento fueron muy importantes para la paciente y eso lo puede ver cualquier compañero, pero eso ya no tuvo nada que ver con la ginecología. Este proceso judicial completo duró entre 6 y 7 años, ya que los juicios se suspendieron hasta en 3 ocasiones. La primera vez porque faltaba algún dato de la paciente y el juez decidió prorrogar el plazo para que pudiera aportar lo necesario. Creo recordar que era una firma que no reconocía. En otra ocasión fue un fallo técnico en el juzgado que impidió la grabación del juicio. Y una tercera vez que fue algo relacionado con que uno de los peritos o los testigos estaba en el extranjero.
“Me asesoraron hasta 3 abogados que colaboran con la correduría”
Todo esto fue cubriendo de nebulosa el proceso, en el que me asesoraron hasta tres abogados que colaboran con la correduría de seguros que cubre mi seguro de responsabilidad civil, Uniteco. El primero de ellos, ya en la primera entrevista, me dijo es que el caso era defendible. Yo estoy convencido de que el caso se complicó a raíz de que (ya en el juzgado) la persona que me tomó la primera declaración no entendió nada.
Esa es mi sensación. De hecho, me sorprendió que la jueza se dirigió a mi abogado con cierto tono despectivo en bastantes momentos. Desde mi punto de vista, me pareció que ella ya tenía claro cómo iba a actuar desde el principio y así lo hizo. Pero como le digo, es mi percepción desde la ignorancia sobre los procedimientos judiciales. No quiero pecar en absoluto de mala interpretación de los demás. Es de suponer que ella sabía lo que tenía que hacer.
Por otro lado, tuve testigos directos de todo el episodio, eso fue la clave. No podían en absoluto decir otra cosa. En cuanto a los peritos, es de sobra conocido que el peritaje tiene muchas complicaciones a la hora de elaborar y emitir las ideas que tiene sobre el desarrollo del procedimiento.
Todo esto, incluye el trabajo de los abogados. En este caso, tengo mucho que agradecer al Sr. Ramiro Urioste, del despacho DS Legal. Profundizó de tal manera en toda la trama del episodio, que muy bien podía parecer otro especialista más. Es increíble la capacidad de profundizar en el tema que desarrolló este señor, cosa que le honra y lo que demuestra que, si esto mismo hubiese sucedido al principio, el proceso tal vez no se hubiera alargado tanto. Nos hubiéramos ahorrado 7 años, muchos disgustos, trámites, citaciones, etc. Aunque supongo que será algo normal dentro del ámbito judicial, pero para mí todo era nuevo en ese sentido.
- Antes de este incidente, ¿Había reflexionado previamente sobre la posibilidad de enfrentar una situación así en su práctica profesional, o fue esta una experiencia completamente inesperada para usted?
Espero que sean muy pocos los que duran tanto, aunque no lo puedo afirmar. Lo que sí puedo afirmar es que el riesgo de reclamaciones, de accidentes o de complicaciones que pueda tener cada profesional, y no hablo solo de la medicina, sino de todos los trabajos, es que nunca se puede decir que alguna intervención es sencilla o que no tiene ningún riesgo. En absoluto. Eso lo aprendí ya de mis primeros jefes de formación y de los 36 años de experiencia que tengo. No existen intervenciones sencillas. No existen intervenciones sin riesgo. El riesgo está siempre y es algo que quiero recalcar.
“No existen intervenciones sencillas. El riesgo está siempre”
Es como el propio riesgo de la vida. ¿Cuál es ese riesgo? La muerte. Únicamente que no se sabe ni dónde, ni cuándo, ni cómo. Razón de más para estar siempre alerta.
- Durante la gestión de su defensa, ¿puede compartir algún momento o situación específica que haya sido especialmente desafiante para usted? ¿Cómo afrontó esa dificultad?
Lo más difícil fue mi ignorancia en el Derecho Sanitario. El proceso fue desagradable en muchos momentos, sorprendente y casi te diría que increíble. El día que recibí la primera citación ni siquiera sabía de qué se trataba. Yo no tenía ni la más mínima idea sobre algún error cometido. No era capaz de encontrar cuál fue la actuación errónea y no podía entender dónde comenzó todo para terminar en una denuncia. Con lo cual, tuve que preguntar a un cirujano sobre lo que significaba esto, por dónde había que empezar y qué es lo que había que hacer.
Yo creo que era como una colmena en la que todos están haciendo lo que tienen que hacer y, de repente, todo se paraliza porque se ha metido algo dentro y nadie sabe lo que es.
- ¿Qué le estaba reclamando a usted la parte demandante? ¿Dinero? ¿La inhabilitación? ¿Algo más complejo?
Al principio, no recuerdo exactamente el orden, pero sé que pidieron dinero, mucho dinero, la inhabilitación la daban por supuesto. Y, por otro lado, pedían entre 2 y 3 años de cárcel. Esto supone un shock emotivo que en ese momento le deja a uno totalmente indefenso. Primero, por la sorpresa. Segundo, por la ignorancia del procedimiento. Y tercero, porque al no haber esperado nada así, uno no tiene absolutamente nada preparado. Y con esto me refiero a formación de apoyo judicial o de defensa.
- Respecto al asesoramiento jurídico y gestión de tramitación que recibió durante este proceso, ¿hay alguna asistencia o apoyo particular que destacaría como esencial o especialmente valioso para usted en esa situación?
Por supuesto que sí. Ahí entra el importantísimo papel de la correduría de seguros. Desde el minuto cero se encargaron de racionalizar todos los aspectos que abarca un hecho como esta reclamación médica. Es decir, analizar la situación del acusado, las posibilidades de defensa, el desarrollo del procedimiento que llevó a esta situación… La defensa de Uniteco y DS Legal se volcó, no solamente para intentar calmar la intranquilidad que me había invadido, sino para decirme cómo y qué era lo que tenía que hacer.
Recuerdo que hace bastantes años, en un Congreso sobre responsabilidad civil, el compañero orador dijo: “de acuerdo a las cifras actuales, el riesgo de reclamación médica en nuestra especialidad es de 5 por profesional y año”. De esto hace 30 años. Ahora, de la parte contraria, hay una oleada muy importante que empieza diciendo: “esto nos lleva a pedir 20, seguramente nos den 10, pero con que nos den 5 ya hemos ganado”. Esto ha viciado totalmente la relación médico-paciente en cuanto a medios, que no es lo mismo que en cuanto a resultados.
Esto no quiere decir en absoluto que yo haya cambiado mi trato al paciente. Desde el principio yo he tratado de ponerme en su lugar, dentro de la medida que pueda permitirse. Desde mis primeros jefes he aprendido que el dolor no es solo de aquél que necesita un analgésico, el dolor de una paciente puede necesitar a lo mejor solo de una palabra. Son muchos los factores que pueden complicar la situación anímica de una mujer, dada la especialidad de ginecología. Asuntos familiares, laborales, personales, incluso hereditarios, personas que tienen progenitores con alteraciones de la personalidad (dado su carácter hered
itario)… En un momento determinado, todo puede facilitar o desencadenar un mal momento para la paciente. Eso hace que en el profesional se desarrolle la capacidad de valorar a la persona o pacientes que tiene enfrente.
- Está hablando de empatizar con el paciente, pero volviendo a la reclamación. ¿qué consejo específico ofrecería a otros médicos que se encuentren en una situación similar? ¿Hay algún recurso o enfoque que encontró particularmente eficaz o reconfortante?
Por la experiencia que he pasado, el primer consejo está clarísimo. No dejar nunca de tener un apoyo como el de la póliza, por la seguridad no solo jurídica, sino también anímica, para organizar la defensa y para entender qué es lo que está ocurriendo. Es lo mismo que el paciente, que no sabe lo que le pasa, y pide ayuda al médico porque no sabe por dónde empezar. Sobre todo, si no ha tenido antes incidentes parecidos. Tristemente, la experiencia puede hacer que uno sepa cómo actuar, pero no deja de ser desagradable. Con lo cual, el primer consejo es que la responsabilidad civil esté cubierta por una compañía experta en el sector sanitario, en mi caso con Uniteco y su magnífico equipo.
Quiero aprovechar la ocasión que se me brinda, para agradecer profundamente el trato recibido en todo momento y ante cualquier duda que tuve. Deseo añadir así mismo que en justa correspondencia y encantado, me pongo a disposición de todo el personal de Uniteco para todo lo que me sea posible como ginecólogo.
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