Cada vez es más habitual recibir consultas de profesionales de la medicina solicitando recomendaciones sobre cómo deben actuar en determinados momentos de su ejercicio profesional. En ocasiones existe inseguridad al enfrentarlos por no haber estado anteriormente ante esa situación o porque su actuación pueda suponer un conflicto con los derechos del paciente, por ejemplo, en los casos de contradicción entre el derecho a la libertad religiosa con respecto a determinados tratamientos.
En ese tipo de situaciones, es muy frecuente que cuando preguntamos al profesional médico si en el centro donde presta servicios disponen de algún protocolo de actuación al respecto, nos indican que lo desconocen.
En este artículo vamos a explicar la importancia que tienen los protocolos clínicos tanto para el quehacer diario de los profesionales de la medicina como desde el punto de vista jurídico, con el fin de prevenir una posible reclamación.
En primer lugar, es importante tener en cuenta que un protocolo clínico es un conjunto de recomendaciones sobre los procedimientos diagnósticos a utilizar ante todo enfermo con un determinado cuadro clínico, o sobre la actitud terapéutica más adecuada ante un diagnóstico clínico o un problema de salud.
El protocolo no es una norma jurídica de obligado cumplimiento, sino una serie de recomendaciones técnicas. Estos no suelen ser uniformes ya que no todos los países tienen idénticos protocolos en relación a una actividad médica, variando éstos incluso dentro del mismo país, sus regiones, sus distintas ciudades y sus diversos hospitales.
Los protocolos clínicos constituyen una ayuda para el médico en el proceso de decisión clínica al reducir el número de alternativas diagnósticas y terapéuticas entre las que ha de elegir, hasta hacerlas en muchos casos únicas.
Cuando hablamos de protocolo, somos conscientes de que muchos de nuestros lectores no conocen con exactitud cuál es el protocolo marcado por su centro de trabajo, bien por una falta de información, o por ser estos en ocasiones “algo vagos e imprecisos”.
No obstante, es muy importante que el médico conozca bien los protocolos aplicables a su actividad que existen en el centro donde presta servicios, en los cuales el departamento de ética correspondiente estudia en comisión las situaciones conflictivas que se dan en el quehacer diario del médico y desarrollan un protocolo clínico de actuación al respecto.
En caso de duda sobre cómo actuar ante una situación compleja, es importante que el profesional sanitario exponga su consulta al departamento de ética médica, ya que le ayudarán a conocer los protocolos clínicos que han desarrollado al respecto y si no existiese ninguno, se fomentará así el estudio de la consulta en una comisión clínica, que analizará el mejor protocolo a seguir, lo que ayudará a otros compañeros que puedan encontrarse en esa situación dudosa.
Asimismo, en caso de que el centro no cuente con un protocolo clínico con respecto a la cuestión planteada, el comité de ética estudiará el caso concreto y la posibilidad y necesidad de elaborar un protocolo, ayudando al profesional en la actuación que debe seguir.
Desde el punto de vista jurídico, ante una reclamación judicial, los protocolos clínicos ayudan a los jueces y tribunales a conocer el porqué de una actuación determinada de un profesional de la medicina ante un caso concreto, y si esta se ha ajustado o no a una correcta praxis.
Israel Torres
Abogado DS Legal Group
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