En el artículo de esta semana a diferencia de otras semanas no realizaremos recomendaciones ante posibles reclamaciones sino que hemos preferido buscar en nuestro archivo y seleccionar 4 siniestros que nos resultan de lo más curiosos y que pueden hacernos pensar en que la casuística de reclamaciones es tan amplia que la realidad muchas veces supera a la ficción.
Reclamación de 120.000 € a una clínica por no diagnosticar una dolencia que el propio paciente ocultaba
En este caso, el reclamante estaba haciendo su carrera profesional para ser piloto por lo que se hacía una serie de controles para que fuera apto para pilotar. Lo cierto es que el reclamante presentaba una discromatopsia que de haberse informado a los médicos hubiera tenido que calificar al paciente como no apto. El paciente consiguió “falsear” los resultados y pasarlos durante más de tres años consiguiendo ocultar la patología que sufría y pasando los reconocimientos médicos. Finalmente, el reclamante fue descubierto y por lo tanto declarado no apto.
Lejos de aceptar la situación el paciente decidió culpabilizar a la clínica por no haberlo descubierto antes y reclamar todos los gastos y presuntos perjuicios ocasionados hasta el momento en que se descubrió su patología.
Reclamación de indemnización más renta vitalicia
Médico de referencia de la familia y ginecólogo de la demandante por dos veces. A la tercera le demandó.
En el presente caso, se reclamó al médico porque no se informó de las pruebas perinatales y no se le hizo firmar un consentimiento informado de no realización de prueba de la amniocentesis, es decir se pretendía una prueba diabólica para el profesional médico en cuanto a la firma de un documento que tiene por objeto prevenir de los riesgos en caso de realizarse la intervención, no de no realizarse.
Aunque en la historia clínica quedó reflejado que se transmitió esa información en los embarazos de sus dos primeros hijos y que rechazó la prueba, la paciente no dudó en reclamar en el tercer embarazo.
Reclamación por firmar en la revocación del consentimiento
En este caso nos encontramos con una paciente con discapacidad psíquica derivada desde los servicios sociales para realizar esterilización mediante ligadura de trompas bilateral.
Por parte de los tutores se decide dicha esterilización pasando por todos los formularios y requisitos, el problema fue que a la hora de firmar en el consentimiento informado se firmó en el lugar de la revocación.
Sorprendentemente ahora se reclama porque no había autorización a dicha intervención a pesar de haberse llevado ese día a la paciente a realizar la intervención, solamente por que la firma no estaba en el lugar adecuado.
Reclamación por complicaciones en el postoperatorio
En esta reclamación lo curioso resulta la exposición de los hechos y la publicidad que se da de la misma en la que se pretende una penalización de muchos médicos alegando que un paciente entra a una clínica por padecer unas úlceras y finalmente acaba falleciendo.
La realidad de los hechos -tras una completa instrucción- fue no solo que los médicos habían actuado conforme a la lex artis ad hoc sino que el paciente no entró al hospital para ser intervenido de unas ulceras sino que padecía un cáncer que era necesario extirpar. Finalmente se realizó una intervención adecuada, pero se produjo una complicación -posible en este tipo de intervenciones- por la que el paciente terminó falleciendo.
Por lo tanto, si se preguntaba por qué es necesaria una póliza de responsabilidad civil profesional, los ejemplos anteriores le darán una respuesta a su interrogante. Sin un seguro no solo tenemos el riesgo de que podamos tener una reclamación por un posible error, por el que tengamos la obligación de indemnizar, sino porque aunque fuéramos perfectos en nuestra praxis no estaríamos exentos de reclamaciones muchas veces infundadas que nos obligarían a grandes desembolsos para contratar a profesionales que nos defendieran ante estas reclamaciones.
No hay comentarios
Todavía no hay ningún comentario en esta entrada.
Deja un comentario