Entrevistamos a un doctor, anestesista pediátrico, que en este caso prefiere mantener el anonimato, pero que quiere visibilizar un problema que hoy en día es una realidad para los médicos: las reclamaciones médicas están en auge y suponen grandes dificultades para quien las recibe. No solo económicas, sino laborales, sociales o de salud, que en ocasiones son desastrosas. Ese es el caso de nuestro médico de hoy, que a pesar de actuar de la forma correcta, tuvo que pasar por un proceso de años que le trajo graves consecuencias, aunque finalmente tuvo un final feliz. Acabó, incluso, dejando la anestesia pediátrica.
- ¿Cómo describiría las emociones y pensamientos que experimentó cuando se enteró de la reclamación o sufrió el incidente?
Me llamaron de una comisaría para comunicarme que estaba siendo investigado como consecuencia de una denuncia, que se había presentado en una comisaría, informándome de que tenía que asistir con un abogado. Así lo hice, me preguntaron sobre lo ocurrido e hice un relato completo.
“Me sentí solo, viví una soledad terrible”
Al final de la conversación, me dicen que tienen que ficharme. Me sorprendo mucho. Me introducen en un coche policial con sirena puesta, hasta la comisaría de Moratalaz, donde después de hacerme las fotos, me toman las huellas y me meten en un calabozo durante un par de horas. Todo este proceso, lo viví solo, completamente solo sin abogado. Me sentí impotente, viví una soledad terrible, no entendía que estaba pasando. Hicieron sentirme como un criminal.
Me citan en los juzgados de la Plaza de Castilla. Acudo con el abogado de Uniteco que es con quien tengo el seguro de Responsabilidad Civil. Me dio tranquilidad el sentirme acompañado por un experto. Creí que todo había ido bien. Hasta que recibí la llamada de mi abogada, Macarena Iturmendi, que me comunicó que, de ser investigado, pasaba a ser acusado y que habría juicio.
Se me cayó el mundo encima. No entendía como después de mi declaración me juzgaban.
Cuando se te cae el mundo el mundo encima y no comprendes nada de lo que está pasando, el apoyo, la compresión y la ayuda de mi abogada Macarena me dio la suficiente fortaleza para seguir adelante y defenderme.
En el juicio me piden que explique mi actuación y lo que había pasado. Acto seguido me sientan en el banquillo de los acusados y no me permiten expresarme, tengo que aguantar callado todas las barbaridades que sobre mi se dicen.
Tenía el apoyo de mi abogada Macarena, yo lo sentía y no me parecía estar solo. Ella y su compañero Carlos, sí pudieron rebatir las otras declaraciones, presentaron todas las pruebas y se expresaron de forma excepcional. Tenía la sensación de estar protegido por ellos. Les estoy enormemente agradecido.
El doctor afirma que dio “unas indicaciones que no fueran tenidas en cuenta”
- ¿En qué consistió el caso exactamente? ¿Por qué le denunciaron? ¿Cómo afrontó usted esta situación, sabiendo que había actuado de la forma correcta?
Anestesié a un niño de 10 meses para una cirugía de pie cavo. Había que hacerle una tenotomía percutánea de Aquiles. Cuando terminó la cirugía lo llevé a la sala de recuperación. Todo había salido bien, y me marché a mi casa. Volví un rato después, ya que me llamaron porque el niño se había puesto mal.
Cuando llegué, el niño estaba en la UCI, lo ausculté, lo exploré y di unas indicaciones que no fueron tenidas en cuenta, ya que en esos momentos yo no era el médico responsable del paciente para cambiar ciertos parámetros.
De todas formas, el niño mejoró. Me marché y 2 horas después vuelven a llamarme para informarme de que el niño estaba peor. Volví al hospital y me dijeron que estaban intentando intubar sin conseguirlo, me ofrecieron para que yo lo hiciera, ya que yo tenía más experiencia.
Cogí el laringo y lo intubé limpiamente. A la primera, después de hacerle una aspiración laríngea para retirar las secreciones mucho sanguinolentas. Después de la intubación, me apartan y comienzan a ventilarlo manualmente (para mi gusto demasiada presión). Recomiendo otra vez el traslado a otro hospital con UCI pediátrica.
Al cabo de un tiempo deciden el traslado y, antes de salir, comprueban que todo está correcto.
Al día siguiente, llamé para interesarme por la evolución del paciente y me dicen que el niño está mal, que habían tardado mucho en llegar y que le han tenido que intubar en la ambulancia. Por desgracia, al día siguiente el niño falleció.
La denuncia que se indicó desde la comisaría siguió su curso y me encontré con que yo era el único culpable.
Mi manera de actuar ante la situación fue la de poner los medios para demostrar que mi actuación había sido la correcta y que en ningún caso había provocado la muerte del niño. Primero poniéndome en manos de mi abogada y haciendo lo que ella me decía, y segundo buscando toda documentación para demostrar que lo que yo había hecho estaba bien y según la Lex Artis.
“Nunca imaginé que pudieran acusarme de una mala actuación médica”
- Antes de este incidente, ¿había reflexionado previamente sobre la posibilidad de enfrentar una situación así en su práctica profesional, o fue esta una experiencia completamente inesperada para usted?
Creo que, en algún momento, todos pensamos en una situación así, porque tenemos algún compañero cerca que le ha pasado. Pero no crees que pueda pasarte a ti. Aunque no es un tema del que se hable mucho, ni siquiera entre colegas.
Lo que nunca imaginé es que pudieran acusarme de una mala actuación médica, cuando había sido buena.
Tengo una dilatada experiencia en la anestesia pediátrica de 40 años, tanto en hospitales públicos como en privados. La anestesia pediátrica es un tema muy serio y una buena actuación es imprescindible para la vida de un niño.
- Durante la gestión de su defensa, ¿puede compartir algún momento o situación específica que haya sido especialmente desafiante para usted? ¿Cómo afrontó esa dificultad?
Hubo muchos momentos en los que en el juicio me sentí así. Por ejemplo, cuando dijeron que yo le había producido al niño daños en el esófago al intubarle en el inicio de la anestesia, y yo lo que hice fue colocarle una mascarilla laríngea, la cual está diseñada para no producir las lesiones esofágicas. O cuando decían que el tubo de Guedel no se podía usar en los niños. O cuando los padres decían que no se les había entregado el consentimiento de la anestesia y que no lo habían firmado, cuando en mi poder estaba el consentimiento firmado por ellos. Y muchos momentos más.
Afronté la situación, confiando en mis abogados y sabiendo que, ya que a mí no me dejaban defenderme, ellos lo harían por mí.
Asegura el doctor que, cuando llega una reclamación, “necesitas apoyo, comprensión”
- Respecto al asesoramiento jurídico y gestión de tramitación que recibió durante este proceso, ¿hay alguna asistencia o apoyo particular que destacaría como esencial o especialmente valioso para usted en esa situación?
Apoyo particular. Lo recibí durante todo el tiempo que duró el proceso, incluso después.
En esos momentos en los que te sientes tan mal, además de la asistencia profesional, necesitas un apoyo, compresión, cercanía, información… Yo he tenido todo el apoyo moral y la ayuda de mi familia, pero ellos no podían estar conmigo en el juicio, y todos esos apoyos los recibí de mi abogada. Es una profesional estupenda, muy comprensiva con mi situación.
De ella recibí apoyo moral, cercanía, me sentí informado en todo momento, me dio tranquilidad, comprensión. Creo que fui muy afortunado en tenerla como abogada.
- Basado en su experiencia, ¿qué consejo específico ofrecería a otros médicos que se encuentren en una situación similar? ¿Hay algún recurso o enfoque que encontró particularmente eficaz o reconfortante?
Yo pienso y no tengo ninguna duda que, si alguien vive una situación como la mía, lo primero que tiene que hacer es ponerse en contacto con los responsables de atención al cliente de su seguro. Es muy importante que este sea especializado en el sector sanitario y que cuente con la asesoría jurídica en caso de ser necesario. Como es lógico, son los expertos en estas situaciones y jamás habría podido defenderme igual de bien yo solo. Ellos sabían qué teníamos qué decir, cómo lo teníamos que decir, cuándo lo teníamos que decir y presentar las cosas cuando la teníamos que presentar. En mi pensamiento, estoy constantemente dándole las gracias a mi abogada porque me ha ayudado y consolado durante todo este proceso tan duro. Gracias a ella, lo he pasado menos mal de lo que podría haberlo hecho.
“Ya no quiero saber nada de la anestesia pediátrica”, confirma el doctor
- Cuando mira hacia atrás en todo el proceso, ¿hay algún aprendizaje o lección que considera especialmente importante o significativo para su práctica profesional en el futuro?
Yo dejé de trabajar con los niños. Creo que no está valorado en absoluto lo que supone el mantener la vida de un niño tan pequeño. Mantenerlo no es lo mismo que la vida de un adulto, es algo muchísimo más complicado. Eso no significa que no sea bonita la anestesia pediátrica. Lo que pasa es que el niño es mucho más frágil y tiene un tratamiento mucho más específico, pero nadie lo valora. La gente cree que es tu obligación y que no hay ningún riesgo y eso no es así.
Yo solo he tenido este caso, no he tenido más en mis 40 años de profesión. Pero no quita que cuando lo tienes, todo el mundo se te echa encima y te clava los cuchillos por detrás. Nunca he querido que ningún paciente muriera por causa de una anestesia.
Por eso corté de raíz con la práctica de esta profesión. Ahora me dedico a los adultos y ya no quiero saber nada de la anestesia pediátrica. Yo he anestesiado a un niño que cabía de cabeza a pies en mi mano extendida, he anestesiado a un niño que pesaba 550 gramos… Eso nadie lo entiende. En esos casos no ha pasado nada, pero no ha pasado porque yo y mi equipo siempre hemos hecho un trabajo excelente. Pero en un momento se me tachó a mi de culpable y solo a mí. Sin embargo, eso resultó siendo bueno puesto que así pudimos preparar la defensa junto a los abogados exactamente como queríamos, sin depender de otros que quisieran salvarse aparte.
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