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Los argumentos antivacunas y cómo desmontarlos

9 minutos

Las vacunas son, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), probablemente el mayor avance contra las enfermedades en la historia de la humanidad. Sin embargo, en el mundo hay personas que cuestionan su efectividad. A través de los argumentos antivacunas, las rechazan y consideran que son más perjudiciales que beneficiosas para la salud, los denominados «antivacunas».

Esta corriente de gente no es homogéneo, ni en su origen ni en sus argumentos. No se puede definir un perfil concreto. Ni las cuestiones socioeconómicas ni las cuestiones biológicas son condicionantes, el único rasgo en común que comparten es la desconfianza hacia las vacunas. Los principales argumentos que sostienen es la prejudicialidad de las vacunas, las cuales aseguran que tienen efectos secundarios muy negativos.

¿Cuándo surgió el movimiento antivacunas?

En 1796 gracias a Edward Jenner, nacieron las vacunas, la primera con la intención de luchar contra la viruela. Cómo es lógico, los primeros detractores de las vacunas nacieron de la mano de la primera vacuna. 

En un origen, el principal argumento que sostenía este grupo de gente era de carácter religioso, pensaban que la vacuna era algo demoníaco, que no era cristiana porque provenía de la vaca. De hecho, actualmente, aunque de manera residual sigue habiendo gente que abandera este argumento.

No obstante, las principales razones más recurrentes por este movimiento son:

  • Enferman a la persona de la enfermedad de la que se le está vacunando
  • Debilitan el sistema inmunitario de los niños pequeños

Los argumentos antivacunas en pediatría

La Asociación Española de Pediatría asegura que uno de los principales motivos que dan los padres a las consultas es la desconfianza en la medicina. Los principales argumentos de los antivacunas en pediatría son:

  • Desconocimiento de los componentes de los fármacos y falta de transparencia 
  • Intereses económicos de las compañías farmacéuticas
  • Rechazo de las sustancias químicas frente a las naturales. De hecho sostienen que el timerosal que se utiliza para la fabricación de algunas vacunas es perjudicial para salud. En cambio, tras 10 largos años de investigación no hay pruebas de que la cantidad de esta sustancia sea perjudicial.
  • Creencia de que la vacuna triple viral provoca autismo. Este argumento se basa en el informe de Wakefield donde sostenía tal información en la revista “The Lancet”. Más tarde se demostró que era un fraude motivado por sus propios intereses. 
  • Derecho a la libertad de controlar su cuerpo y de sus hijos ante una obligatoriedad por parte del Estado.

Otros bulos muy comunes sobre las vacunas son:

  • Problemas en el embarazo
  • Causan parálisis
  • Los niños reciben muchas más vacunas que antes
  • Las vacunas contienen elementos dañinos
  • Desconfianza en la ciencia, consideran que no es precisa
  • ¿Por qué hay compensaciones en los tribunales por si fallan?
  • Si las vacunas funcionan, ¿cómo pueden suponer una amenaza los niños no vacunados a los que sí lo están?
  • Las farmacéuticas amenazan y extorsionan a los científicos
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¿Cómo responder a estos argumentos antivacunas?

La comunidad médica asegura que la vacunación es una de las formas más eficaces de evitar enfermedades y previenen de dos a tres millones de muertes al año.  Los contrarios a las vacunas cuestionan su versión, motivados por la desinformación en Internet. Los profesionales sanitarios tenemos la obligación de ayudar a combatir estos bulos que tanto daño hacen a la salud pública. A continuación vamos a ver de qué manera podemos responder a estos argumentos como profesionales del sector sanitario: 

  • Las vacunas contienen aluminio, mercurio y formaldehido, que son sustancias tóxicas.Desde el año 2001, las vacunas no contiene timerosal de mercurio. Aunque no había pruebas de que fuese dañino. La concentración de aluminio es tan baja que no cuenta, de hecho, en la dieta diaria ingerimos una media de entre 30 y 50 mg
  • Los niños ya son inmunes de forma natural a las enfermedades – La inmunidad infantil proviene de la leche materna. Las vacunas previenen enfermedades contra las que NO son inmunes. Se administran a esa edad porque es cuando existe una mayor probabilidad de contraerlas. No existe una razón para perjudicar de manera premeditada. 
  • Las vacunas hacen que el niño desarrolle alergias –  Un estudio del año 1997, tiró por tierra este argumento. Es más, las vacunas previenen al niño de desarrollar estas alergias.
  • Las enfermedades contra las que se vacunan no son tan gravesEste argumento se debe al desconocimiento e ignorancia de las enfermedades contra las que se vacunan y, esto debido a la gran efectividad de las mismas que consiguen que estas enfermedades sean desconocidas como pueden ser la viruela, la polio, la rubeola etc
  • Las vacunas aumentan el riesgo de padecer autismoEsta idea se remonta al estudio de Wakefield que analizaba la vacuna de las paperas relacionándola con la absorción de nutrientes en el sistema digestivo, pero posteriormente se demostró que es falso y la revista The Lancet se tuvo que retractar. De hecho, el estudio original ha sido rebatido con éxito hasta 25 veces por estudios médicos de diferentes países, además 10 de los autores del estudio original se retractaron y pidieron disculpas por él.
  • Deberíamos ser libres de decidir porque es algo que afecta a nuestro bebéAl vacunar a tu hijo no solo le proteges a él sino a muchos más niños, ya que se fomenta la inmunidad de rebaño 
  • Las vacunas son un engaño de las farmacéuticas para ganar dineroEs cierto que las farmacéuticas ganan dinero, se estima que el mercado de las vacunas está valorado en 24.000 millones. Por otro lado, si hablamos de gastos, solo entre los años 1994 y 2013, las vacunas han ahorrado 295.000 millones en costes sanitarios directos al evitar las enfermedades con las que actúan.
  • Las vacunas experimentan con nosotrosLas vacunas son los tipos de fármacos más regulados que existen. Solo en E.E.U.U o Canadá las compañías farmacéuticas tienen que dedicar un mínimo de 10 años que puede llegar a extenderse hasta los 25, a realizar ensayos clínicos antes de que les aprueben una nueva vacuna.

En definitiva, el motor de estos argumentos antivacunas son la desinformación y el desconocimiento general. Es por ello, que los profesionales sanitarios deben combatir con esta corriente tan perjudicial para la salud pública, ya que la vacunación es la medida sanitaria que más vidas ha salvado a lo largo de la historia.

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1 comentario

Ángel

26 de septiembre de 2021 16:32

Esas personas que fomentan la desconfianza a las vacunas sin tener base científica que los respalde tendrían que ser sancionados por qué el daño que provocan es igual a la enfermedad que protejen

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