Obstétrica

Violencia obstétrica, en el punto de mira médico y social

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En esta publicación queremos hacer más visible el debate que existe entre pacientes y médicos sobre la denominada “violencia obstétrica”. ¿Es real o se trata de una percepción de los pacientes? Como te puedes imaginar, en el ejercicio de la profesión sanitaria siempre hay riesgo de percibir una reclamación. Pero hay especialidades que conllevan un riesgo mayor, como pueden ser cirugía u obstetricia.

¿Por qué este debate?

El mismo concepto suena agresivo y quizá demasiado explícito, según el punto de vista de médicos y enfermeras, para describir unos hechos que no conllevan la intencionalidad que permita definirlo lícitamente de esta manera. Por ello, es normal que surjan plataformas, informes o grupos que sientan como una acusación directa esta situación, y necesiten salir a la luz para poder defenderse.

Se debe subir a la palestra la foto completa de la situación, y tener en cuenta que lo que para una de las partes implicadas supone uno de los momentos más importantes de su vida, que se repetirá, o no, alguna vez más; para la otra parte sucede todos los días y muchas ocasiones a lo largo de su carrera profesional. Lo que para los médicos requiere unos protocolos marcados, para las pacientes no es suficiente. Porque necesitan esa personalización que el establecimiento de pautas generales, aplicables a todos, no permiten.

En cuanto al período que abarca el embarazo, muchas veces bastaría con humanizar el trato porque el miedo, quizá a recibir reclamaciones, hace todo muy frío, impersonal, y sin apenas cercanía. Los informes parecen más encaminados a cubrirse las espaldas si algo no saliera bien, que en explicar fehacientemente a la paciente la situación. Y esto se debe, principalmente, al aumento de reclamaciones que hemos visto en los últimos años, relacionados con esta especialidad.

Obstétrica 2

Consecuencias de la “violencia obstétrica”

Se pueden dividir en físicas y psicológicas para la madre:

  • Físicas: ejemplos serían la incontinencia debida a los cortes realizados durante el parto, para facilitar la expulsión (episiotomía). Desgarros uterinos, incluso llegando a la pérdida del útero, desgarros vaginales, dificultades en las posteriores relaciones sexuales, problemas en la lactancia, infecciones…
  • Psicológicas: inseguridad o culpa por no “saber dar a luz”, por necesitar ayuda farmacológica o de una cesárea por no esperar suficiente a hacerlo de forma natural (siempre preservando el bienestar fetal). En este caso, las madres pueden decidir no volver a tener hijos debido al trauma y la vulnerabilidad que han sufrido en el proceso.

En caso del feto o bebé, el uso de técnicas como la maniobra de Kristeller (totalmente desaconsejada) o instrumental como fórceps o ventosas pueden conllevar daños irremediables en el bebé. Se podría producir la hipoxia donde falta oxígeno al bebé, errores diagnósticos en cuanto a la posición fetal que dificulten muchísimo el parto…

Se trata de un tema complejo, controvertido y que hiere sensibilidades de ambas partes. Nosotros siempre apostaremos por el consenso, una relativización de la polaridad creada apostando por un esfuerzo empático, tanto de médicos como de pacientes. Todos podemos mejorar si atendemos activamente la situación, valorando posibles mejoras de todas las partes. Sabemos de la profesionalidad de nuestros sanitarios, pero quizá el aumento de las reclamaciones en esta especialidad ha conseguido lo contrario al propósito inicial de mejorar el trato, puesto que la posibilidad de recibir una demanda hace que todos nos ciñamos, en nuestro ejercicio profesional, al estricto seguimiento de los protocolos marcados, sin salirnos ni un milímetro.

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